El joven discípulo de un filósofo sabio lo visita y le dice:
– Maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de vos con malevolencia.
– ¡Esperá! lo interrumpe el filósofo ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
– ¿Las tres rejas?
– Si. La primera es la VERDAD. ¿Estás seguro de que lo que querés decirme es absolutamente cierto?
– No. Lo oí comentar a unos vecinos.
– Al menos lo habrás hecho pasar por le segunda reja, que es la BONDAD. ¿Es bueno para alguien lo que me vas a decir?
– No. en realidad no. Al contrario …
– La última reja es la NECESIDAD ¿Es necesario hacerme saber lo que tanto te inquieta?
– A decir verdad, no.
– Entonces, dijo el sabio sonriendo, si no es VERDADERO, ni BUENO, ni NECESARIO, sepultémoslo en el olvido.

-:o:O:o:-Aunque hay que recordar que esas 3 rejas sólo se vuelven más claras y más visibles cuando aprendemos a vibrar desde el corazón. De lo contrario, la mente podrá manipular cualquier información para justificar que lo que dice tiene un grado "aceptable" de verdadero, bueno y necesario. Sin el corazón, estas tres palabras son sólo etiquetas que la mente (el ego mental) acomoda a su conveniencia dentro de cualquier cajón (situación), para su complacencia instantánea.No subestimemos el poder de las palabras, pues todas tiene una energía, una intención, una vibración, e involucramos nuestra propia energía al asumir el papel de EMISOR. Las palabras las podemos ver como semillas, y entonces debemos preguntarnos ¿qué estamos sembrando con ellas?(gracias por el blog, Mauro)-:o:O:o:-
Coincido totalmente contigo, Janine. Gracias a ti por tus siempre iluminadores comentarios.